Cierro los ojos y siento la brisa del aire que me despeina, siento como se enfrían mis manos, y como late mi corazón, cada pálpito, cada latido. Todo ésto no me suena a nuevo, todo es viejo, todo ya se ha vivido, ya se ha sentido con anterioridad; la brisa del aire, el frio de las manos...
Que malo es el recuerdo, no nos permite vivir algo de nuevo como si no se hubiese vivido nunca, no nos deja percibir lo ya percibido como una nueva experiencia, no nos deja observar lo fantástico que es sentir algo por primera vez. ¿Cómo sería llorar por primera vez? Sentir caer una lágrima y no sabes qué ocurre, cual es ese sentimiento que recorre el cuerpo y nos hace sentir tristes, descontentos, que nos hace ver que hemos caido.
Me encantaría poder sentir todo de nuevo, poder reir y ver esa risa como algo increible, o sentir un abrazo y valorar lo bien que sienta, la tranquilidad que aporta, la felicidad que da.
El recuerdo es injusto, no nos deja valorar, nos hace daño, nos da puñaladas en las que sentimos que el corazón se estremece al hañorar, al necesitar algo, y no tenerlo. Todo es culpa del recuerdo, sin él, no nos quejaríamos de lo que no tenemos, no nos sentiríamos vacíos, no querríamos lo ya vivido, viviríamos todo de nuevo.
